Si te has perdido en algún momento entre los rascacielos de las grandes ciudades españolas, seguro que habrás escuchado hablar de la Plataforma STOP Desahucios. Un grupo que, en teoría, se creó para pelear contra el monstruo de los desahucios, esos que te echan de tu casa y te dejan tirado en la calle con la excusa de que “no has podido pagar lo que debías”. Un colectivo que, sin lugar a dudas, ha hecho más por la gente que muchas políticas públicas y casi todas las grandes empresas inmobiliarias, pero que, por alguna razón, se ha ido metiendo en situaciones que merecen una buena reflexión. Y no es para menos, ¿eh?
STOP Desahucios: La resistencia de los «Invisibles»
La historia de STOP Desahucios no es nada nueva. Nace allá por 2010, cuando España se ve sumida en una crisis económica de esas que duelen en el estómago, y las entidades bancarias siguen llenándose los bolsillos mientras miles de familias se ven arrojadas a la calle, sin tener nada más que sus vidas destruidas. En ese caldo de cultivo, aparece la plataforma, diciendo a los cuatro vientos: «¡Basta ya!» Y, claro, hay que reconocer que han sido los héroes de la resistencia: bloqueos de desahucios, asistencia legal, visibilidad a los más necesitados… un trabajo que, sin ellos, probablemente habría caído en el olvido.
Pero, ojo, no todo lo que brilla es oro. A lo largo de los años, STOP Desahucios ha logrado evitar que muchas personas fueran desahuciadas. Y la mayoría de las veces, no podemos más que aplaudir. Pero si nos ponemos a pensar un poco (y sí, a veces hay que pensar, que no pasa nada), ¿realmente está defendiendo el derecho a la vivienda de todos por igual? ¿O hay algunas excepciones que se les escapan de las manos?
Desahucios en España: Más que un trámite legal
El tema de los desahucios es, por supuesto, una de esas patentes de corso que nos muestra la desigualdad de nuestro sistema. Las casas no son solo casas, son el último refugio de muchas familias. Y cuando te dicen que te vas a la calle porque no puedes pagar el alquiler o la hipoteca, la cosa deja de ser un simple trámite legal y se convierte en una tragedia humana. No se trata solo de perder cuatro paredes, se trata de perder estabilidad, de ver cómo la vida que habías construido se desmorona de un día para otro.
Pero… aquí empieza la complicación. No todos los desahucios son iguales. Y no todos los desahuciados son unos santos. En algunos casos, las personas se encuentran en situaciones difíciles, sí, pero también en ocasiones han sido ellos mismos los que se han metido en ese lío. Porque a veces las deudas no llegan porque el sistema sea malo, sino porque la gestión personal deja mucho que desear. Entonces, ¿deberíamos defender a todos por igual? Pues no, no siempre. No se trata de abandonarlos a su suerte, pero tampoco de hacernos los ciegos. La justicia tiene matices, aunque algunos preferirían que fuera tan simple como gritar «¡todos son víctimas!»
¿Deberíamos defender a todos los desahuciados? La respuesta no es tan sencilla
Aquí es donde STOP Desahucios entra en una de esas zonas grises donde hay más sombras que luces. Porque no todo el que se enfrenta a un desahucio está en la misma situación. Hay gente que está allí por pura negligencia, por no haber tomado las decisiones correctas en su vida financiera. Y si te digo la verdad, defender a alguien que tiene el dinero para pagar pero prefiere hacer oídos sordos, empieza a parecerse más a hacerle un favor a los irresponsables que a los que realmente no tienen opciones.
Claro, esto no es popular. No queda bien ir en contra de alguien que se ve como un «luchador social». Pero la realidad es que hay momentos en los que el activismo se convierte en una defensa ciega. Y eso no está bien. No todo el que está en la cuerda floja es un santo. De hecho, a veces parece que la plataforma está haciendo más por los que no quieren pagar que por los que de verdad no pueden.
La Ocupación: Héroes o Villanos de la calle
Y no nos olvidemos de la ocupación de viviendas, un tema que siempre levanta ampollas. Para algunos, ocupar una vivienda vacía es el último recurso ante una emergencia; para otros, es simplemente un acto de desobediencia que, aunque comprensible, no siempre se puede defender sin más. En el fondo, la ocupación es una forma de decir “¡aquí estamos, no vamos a esperar a que el sistema nos dé una respuesta!”. Pero lo que no podemos ignorar es que también genera problemas legales y sociales. Es un terreno resbaladizo, y defenderlo como si fuera la panacea puede ser un error. La solución no está en saltarse las leyes, sino en cambiar las leyes para que la gente no tenga que llegar a esos extremos.
Reflexión Final: El Activismo necesita reflexión, no solo reacción
STOP Desahucios ha hecho cosas impresionantes, ha luchado por una causa justa y ha dado visibilidad a miles de personas olvidadas por el sistema. Pero, a medida que el movimiento crece, la lucha se complica. La defensa incondicional de todos los desahuciados, sin importar las circunstancias, no es sostenible. Y no, no es una postura “anti-solidaria”, es simplemente una llamada a la reflexión. Porque si realmente queremos un sistema justo, no basta con decir “todos son víctimas”. Hay que mirar más allá, hay que pensar en soluciones sostenibles, no solo en la reacción ante el desahucio de turno.